Alguien escribió de manera despectiva que en los hermosos días que se avecinan Sevilla se llena de niños grandes. Al utilizar este concepto de manera peyorativa ignoraba que estaba dando en la diana. En días tan señalados los niños y niñas de esta tierra se nos presentan como atemporales. Unos por tenerlo todo por vivir. Otros por tenerlo todo ya casi vivido. Los niños-niños y los niños-grandes unidos por la ilusión. La Ciudad como una mocita casadera se pone cada año el traje de la Primavera y sale a la calle luciendo palmito. Afloran como moñas de jazmines las sempiternas contradicciones sevillanas que siempre dan como resultado la infinita belleza. Todo es lo mismo y todo es distinto a la vez. No se trata de entender Sevilla ; se trata de interpretarla. Los días se nos aparecen tintados con los intensos azules machadianos y en las mágicas noches las estrellas son un manto que nos resguardan del relente. Hasta cuando aparece la temida lluvia es como si las gotas que caen del cielo fueran un reguero de lágrimas. Aquí, cuando la emoción se une amorosamente con la tradición, se produce el verdadero milagro de la Fe. A través de las emociones toma forma la tesis existencial de racionalizar lo irracional. La solución definitiva a la cuadratura del círculo. La máxima expresión de religiosidad popular. Vivir para creer y creer para poder vivir. Aquí a la Fe siempre se le llamó Esperanza. Poca gente de fuera entiende que, cuando se conocen y asumen los códigos sentimentales de la Ciudad, se puede ser ateo y, paralelamente, emocionarse delante de un crucificado o una virgen bajo palio. Definitivamente todo queda contextualizado en clave sevillana. Sabemos que la nostalgia siempre será un peaje que pagamos gustoso para poder recuperar cada año a nuestros ancestros. Todos tenemos en la memoria nuestro particular Monte Gurugú por donde siempre suben ilusionados los niños y las niñas y después ya bajan transformados en hombres y mujeres. Todo tras ser abducidos por la magia sevillana y donde ya nunca dejarán abandonada su infancia. La Rampa del Salvador como los mágicos preámbulos infantiles de alocadas carrerillas. Este milagro transcurre en una Semana. Siete días (ahora ya son nueve). La gloria callejera. La Ciudad abierta en canal. El Hijo de Dios y su bendita Madre creados al sevillano modo. El rachear de alpargatas costaleras. El tronar callejero de cornetas y tambores. Una saeta lanzada desde un balcón al mágico embrujo de la noche. Una mirada melancólica tras un antifaz. Un capataz que manda con voz firme bajo un monte de cera y de flores. Unos costaleros que saben bien lo que llevan sobre sus hombros. Algún que otro figurón de temporada que hasta se duerme estos días con el traje y la medalla puesta. Unos ojos vidriosos que te recuerdan que todavía sigues por estos lares. Una cerveza compartida con quienes comparten contigo la aventura de vivir. Una torrija que siempre sufre la comparación con las que hacia tu madre. El nudo de una corbata que te recuerda que ese cuello ya no es el de tu juventud. Una nerviosera ante la apertura de una puerta que conseguirá que te acompañe la ilusión en una nueva Estación de Penitencia. Un niño que te acerca una bola de cera que se engorda con las lágrimas de los cirios encendidos. Un lema bíblico tamizado al sevillano modo: “Dejad que los niños se acerquen a mí que de ellos es el Reino…..de la Semana Santa”. Algo mágico que hizo decir a alguien: “Ignoro si allí arriba existirá el Paraíso pero dudo que pueda ser mejor que Sevilla”. La bola de cera que nace en un papel de aluminio y nunca deja de crecer cada Primavera. La vida según Sevilla.
martes, 19 de marzo de 2024
jueves, 14 de marzo de 2024
Enma Stone
La última entrega de los Oscar nos dejó una enorme satisfacción por entender que las estatuillas tuvieron unos destinatarios que superaban con creces el marco de lo excelente. El Oscar a la mejor interpretación femenina le ha correspondido a la enorme actriz Enma Stone. A sus 35 años de edad ya va por su segundo Oscar. A esto habría que añadirle dos Premios BAFTA; tres SAG, dos Globos de Oro y la Copa Volpi. Insisto, nos referimos a una actriz de 35 años de edad. Dos películas tan distintas como “La La Land” y “Pobres criaturas” nos dan una exacta dimensión de las grandes dotes interpretativas de esta actriz nacida en Scottdale (Arizona). Entiendo que Enma Stone está llamada a escribir con letras de oro el Cine de las próximas décadas. Se demuestra, una vez más, que el talento es atemporal y aparece cuando Dios o la Madre Naturaleza estiman oportuno. La genial Katharine Hepburn está a la cabeza de actrices galardonadas con el Oscar (son cuatro los que contemplan su brillante trayectoria). Las referencias en el Arte y la Cultura siempre son anecdóticas y cada uno/a deben elaborar su propia página en el Libro de la Historia. Enma Stone ha llegado al mundo del Séptimo Arte para dejar una huella indeleble en la Historia Contemporánea del mismo. Es el tiempo como juez supremo quien nos dice sin paliativos los escogidos/as para la gloria del Arte y la Cultura. Una obra o un artista se convierten en clásicos cuando el paso del tiempo lejos de minimizarlos los engrandece cada día. Un artista nunca debe trabajar para la eternidad sino en consonancia con el tiempo que le ha tocado vivir. Lo eterno es tan difuso como concreto lo real. En la entrega de los Oscar a Enma Stone se le rompió la cremallera del vestido. Lo resolvió con la naturalidad que solo está al alcance de las grandes artistas. Habrá que seguir con atención las cremalleras de sus nuevos vestidos pues, a no dudar, se le puede volver a romper cuando recoja un nuevo premio. Enma Stone en la cima de las cremalleras. El Cine en su eterna rueda de los grandes talentos.
martes, 12 de marzo de 2024
Por los caminos de la Esperanza
La vida, ante sus inevitables pesares e incertidumbres, necesita retroalimentarse de la Esperanza. Sevilla siempre se nos presenta como el faro esperanzador ante los fuertes oleajes de la existencia humana. Más que como un antídoto o un paño de lagrimas la Ciudad se nos configura como un manual de respuestas existenciales al sevillano modo. En una hermosa contradicción las dolorosas sevillanas transmiten su inmenso dolor desde la belleza suprema. El sempiterno llanto de las madres sevillanas que siempre llevan colgada de sus cuellos una medalla como antídoto contra la pesadumbre. Junto a las tierras de Macarius vive y recibe una Esperanza de soles y lunas que, tras un Arco, se nos muestra en la plenitud de su incomparable belleza. El mismo Arco que siempre dispara sus flechas de amor buscando acertar en la diana de los más nobles sentimientos sevillanos. Allí donde la Roma Imperial se sevillaniza y donde un bordador consiguió transformar la Semana Santa sevillana con altas dosis de belleza. Al otro lado del río habita una Esperanza que siempre nos espera cuando cruzamos el Puente de todos los puentes. Allí donde la Soleá se hizo eterna en los ecos trianeros y artesanos de los alfareros. Donde el quejío gitano de los Caganchos se convirtió, a golpes de fragua, en un lastimero cante por Siguiriya. Un bergantín trianero que avanza hacia Sanlúcar llevando como timón los ojos más bonitos que dieron esta tierra. Por entre dos Puertas (Carmona y Osario) reina una Esperanza que uniéndose a la Gracia llena cada Domingo de Ramos las calles de la Ciudad con el dulce sabor de los eternos comienzos. Todo bajo el soniquete a golpes de maracas de los “Angelitos Negros” de Antonio Machín. Por los confines de Capuchinos aparece una radiante Esperanza espejo sublime de pura sevillanía. La finura sevillana reflejada en su máxima expresión. Allí donde Carmona pasa de pueblo a Carretera y un Santo italiano enseña las cuatro reglas con el prisma de la infinita bondad. Una Esperanza que funde su infinita belleza tomando como propio el solemne y mágico halo de la Santísima Trinidad. Allí donde la Ciudad marcaba una línea entre intramuros y extramuros para recibir a los viajeros románticos y despedir a los que buscaban fuera nuevos horizontes. Todos los caminos conducen a Roma y todos los caminos de la Esperanza nos llevan a Sevilla. Al final todo termina cuadrando: Roma y Sevilla buscándose en la Esperanza.
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